sábado, 14 de marzo de 2009

La soledad no admite género



(EDWARD HOOPPER. Los halcones de la noche. 1942)




En la calle de atrás de El Borne la humedad huele a semen, las paredes se abrasan de cenizas de cigarrillos baratos y el fango se hunde hasta los huesos.


Nadie atraviesa los pocos metros llenos de asco que separan el infierno de la luz, salvo quienes son arrastradas por hombres de uñas negras y baba en las comisuras, que les pagan por abrirse de piernas, sujetas a la pared, manchadas de carmín barato y zapatos altos.


A las once de la noche empieza la vida para alguien que, tras una persiana corroída por la mugre, clava sus ojos en las bragas que caen a los pies de una peluca rubia. Permanece a oscuras, en silencio, escudriñando otros sexos mientras su mano manosea el suyo. Le cuesta tanto alcanzar el orgasmo como a las mujeres que se dejan penetrar a cambio de veinte euros.



Así cada noche, cada madrugada, cada estación, cada año, desde hace tanto tiempo.

La soledad.


Hoy, sin embargo, una bocanada llena de flemas de sangre, de llanto, de muerte, se ha apoderado de su cuerpo y de su alma cuando, a través de esa persiana carcomida por el paso de tanta oscuridad, ha descubierto la imagen de su hija hundida entre la pared y el pene de un hombre.

Un ruido seco, a este lado de la habitación, ha perturbado el espasmo.

Después, todo ha seguido igual.




8 comentarios:

Eo dijo...

Una ficción dura, bien narrada, tanto como la pura realidad que existe en cualquier barrio de prostitución de cualquier ciudad. Buena fotografía en palabras, eso es nada más y nada menos que literatura.

FLACA dijo...

¡Qué fuerte!...No te tembló el pulso. Me pasa contigo como con Rossana, admiro mucho que puedan inventar esas ficciones tan desgarradas y tan diferentes a la propia realidad. De eso se trata ser una escritora en serio, y tu estilo está de lo mejor.
Un beso.

Anónimo dijo...

Me gusta descubrir las fuentes de lo que leo, es un juego azaroso, errático y arriesgado, pues el margen de error es alto. De todos modos llena y, a pesar de su naturaleza aventura, es una aventura fascinante. Tu pasaje rezuma a Nada, a La verdad sobre el caso Savolta, a La sombra del viento y segundas partes, Vázquez Montalbán y a tantos otros y otras extrapolables de esa ciudad cosmopolita en concreto.
Tus palabras evocan, fluyen y provocan que las losas de la memoria se levantan después de tantos años de reposo atemporal.
Tu embalse se nutre de aguas polícromas de variopintos orígenes.
Un placer.

Necio Hutopo dijo...

Oscuro, crudo, dolorosamente real... ME ENCANTA

Fernando García Pañeda dijo...

Espantosa imagen de la muerte. La que queda en el sabor de boca de estas palabras.
Horriblemente insuperable.

Pablo Ballesteros dijo...

desgarrador.
jo que bien escribes

Anónimo dijo...

MIS PENSAMIENTOS, MERCE CARDONA.

Dice, que desgarrador escrito, pero cierto, cuantas veces pasan estas cosas y las borramos de nuestra mente porque son muy dolorosas, eres una gran escritora, yo no podria hacerlo, a mi me van las cosas hermosas de la vida, pero te felicito....

Te he mandado por correo el porque no puedo escribir en mi blogs, espero que pronto tenga solución.

besooooooooooooooooooooos

Pablo Ballesteros dijo...

gracias por tu comentario. Viniendo de ti se que es un halago