
Llama Pepe a José Hierro
y simplemente Ángel a Ángel González.
Yo, sin embargo, me dirijo al poeta
y simplemente Ángel a Ángel González.
Yo, sin embargo, me dirijo al poeta
Luis García Montero
de usted
y le pregunto por el amor y por la vida
y por las palabras y por el alma,
sin dejar de mirar sus ojos y con la casi
vergüenza que me produzco por querer imitarle.
Mientras, usted, y repito su nombre,
de usted
y le pregunto por el amor y por la vida
y por las palabras y por el alma,
sin dejar de mirar sus ojos y con la casi
vergüenza que me produzco por querer imitarle.
Mientras, usted, y repito su nombre,
Luis García Montero,
me cita varios versos
mirando mis ojos,
y su brazo
izquierdo seposa sobre un poemario mío que yo
le he regalado.
De usted le hablo,
a usted me dirijo,
y lo hago, a pesar de la corta diferencia de edad
que nos separa,
de usted.
me cita varios versos
mirando mis ojos,
y su brazo
izquierdo seposa sobre un poemario mío que yo
le he regalado.
De usted le hablo,
a usted me dirijo,
y lo hago, a pesar de la corta diferencia de edad
que nos separa,
de usted.
Una sutil diferencia.