( Botero. El baile)
El hombre permanece quieto, cansado, lacónico, ausente, casi mortecino. Alterna el peso del cuerpo de uno a otro pie; los hombros, imitando el movimiento, se balancean por pura inercia.
La mujer sonríe, mira aquí y allá, rebusca, se mueve.
El hombre la sigue, la persigue, la vigila, la pierde, la rescata, la aprieta sin tocarla.
La mujer se escabulle. Pregunta, pizpiretea, prueba, pasa de largo, retrocede.
Lo mira; continúa allí, a su lado, cual perro guardián. Soportando, aguantando, maldiciendo, pensando.
Caminan uno tras la otra, a cierta distancia, hacia la salida.
Ella, bolso al hombro. Él, carro y cartera.
Antes de poder respirar el aire frío de la calle habrá que pasar por caja.
Cariño mío: Son las rebajas.
¿Bailamos?