viernes, 27 de febrero de 2009

Donde habite el olvido

Cambió la cerradura de la puerta,
la llave de la maleta,
la contraseña de una dirección;

todo para que ella no volviera.



.

















No hacía falta tanto, muchacho.

Creo que fue precisamente ella quien lo percibió mucho antes.








DONDE HABITE EL OLVIDO

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.



Luis Cernuda

(Algunas veces Cernuda)





(Fragmento del ala de la mariposa
. Julio Gómez)

miércoles, 18 de febrero de 2009

Carta de Milena



Como podrás comprobar, querido, me importa un bledo que no vuelvas. Es más, casi te rogaría, te suplicaría, te exigiría que, definitivamente, dejaras la llave en el buzón; que la introdujeras dentro como si se tratara del último acto que te lleva a mí, porque eso es lo que espero; que, al tener esa pequeña pieza metálica sobre mi mano, no sintiera en ella todo el cosquilleo que se apoderó de mi estómago cuando estrenamos el diminuto apartamento.




Como podrás comprobar, cariño, me da lo mismo que te vayas con otra. Preferiría, eso sí, que la elegida fuera más gorda que yo, más tonta que yo y más triste que yo. Es más, casi te rogaría, te suplicaría, te exigiría que no recordaras más cómo es mi cuerpo ni cómo mi mirada; que yo haré lo mismo, no temas, no vaya a ser que, de repente, surgieran por mi espalda los escalofríos que en otra época se ubicaron, acreedores de una eternidad que resultó efímera.




Como podrás comprobar, amor, sin ti sigo, siendo nada, y todavía menos, pero me importa un pimiento que desaparezcas.


Milena



P.D.

Te odio.


(Los amantes. René Magritte)

domingo, 1 de febrero de 2009























Saltamos

como equilibristas

sobre los posos

de la vida.