lunes, 29 de diciembre de 2008

Final de diciembre

(El beso. Klimt)




En la parte trasera del taxi se besaron y se abrazaron. No como se besan y se abrazan las parejas desbordadas de pasiones enardecidas y dispuestas a saciarse en varios minutos. No como esas otras en las que la rutina predispone al automatismo, a la secuencia tantas veces repetida, casi al hastío.
No como aquéllas en las que el cariño se torna leve caricia en la espalda y roce de labios sonrientes, sin más.
En aquel taxi, entre otros vehículos que atravesaban asfaltos quejumbrosos, fachadas, semáforos, bocinas, voces, anuncios de Navidad.



Tanto tiempo esperándote, dijo Ana.

Tanto tiempo esperándote, contestó Roberto.



Y ése fue el mejor regalo que el taxista hubiera podido imaginar para una tarde de finales de diciembre.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Comparto






















Comparto una historia con Pilar. O dos.
Comparto muchas palabras con Antonio.
Comparto, siempre, la sonrisa con Graciela.

Comparto, seguramente, un ápice de tristeza con alguien.
Comparto un leve recuerdo con no sé quién.
Comparto la soledad conmigo misma.

Comparto, en este momento, los buenos deseos.



("Muchacha con turbante" o "La joven de la perla". Jan Vemeer)

domingo, 14 de diciembre de 2008

No hay más verdad que la verdad























Me llamo Milena y tengo 47 años.





No me identifico con el presente,


en ningún caso con el futuro;


muy poco con el pretérito imperfecto


que, altivo y frío, se me aparece en invierno.





No me identifico salvo


con el pretérito perfecto.


El que tú me regalaste.


Y es una lástima que los tiempos verbales


casi nunca se conjuguen al unísono.



(Cuadro: "Después del baño" o "La bata rosa". Joaquín Sorolla)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Los números de mi vida



El número de D.N.I.


El número de identificación personal de tarjetas de crédito


El número del móvil de algunas personas


El PIN de mi móvil


El número de los teléfonos fijos


El número de cuenta de Google


El número de contraseña del correo electrónico


El número de cliente




Y otras cosas que siempre se cuentan.








El número de veces que me equivoco


El número de veces que te miro


El número de veces que me encanto


El número de veces que sonrío






Y otras cosas que jamás se han de contar.




(Imagen: La noche estrellada. V. Van Gogh)